Me habían
recomendado que no fuera a Mashhad, cerca de la frontera con
Turkmenistán y Afganistán, aludiendo a que no había allí nada
interesante para visitar. Pero algo en mí me decía que tenía que
ir a esta ciudad, probablemente el lugar religioso más importante de
todo Irán, donde se encuentra la tumba del Imam Reza, unos de los
doce hombres santos del chiísmo. Los lugares de peregrinación
siempre me han atraído; la fascinación de las personas que recorren
todo el país para encontrarse en un mismo lugar santo para rendir
culto; la atmósfera cargada de simbolismo y devoción. La piedra
cobra en estos lugares vida, más allá de la fría historia de los
antiguos monumentos, vibra con el calor humano que le sigue dando un
uso y significado diario.
Vista general del santuario |
Atardecer en Mashhad |
En la
actualidad, la ciudad de Mashhad está dedicada casi por completo a
hospedar a los peregrinos que vienen en masa en ciertas fechas
señaladas, llegando a incrementarse la población en varios
millones. El santuario donde se encuentra la tumba sigue en constante
crecimiento, habiéndose convertido en la mayor mezquita del mundo en
tamaño y la segunda en capacidad. Las dimensiones impresionan nada
más entrar en el recinto y atravesar el amplísimo patio. Éste que queda
tapizado por alfombras para los fieles en los momentos de máxima
capacidad. Sin embargo, las dimensiones quedan empequeñecidas en el
recuerdo por la belleza de la propia construcción. El santuario
consta de una serie de edificios y patios conectados entre sí,
siendo el centro del mismo el edificio que contiene la tumba del
Imam. Una vez accedí al primero de los patios interiores quedé
literalmente boquiabierto de la delicadeza de la construcción:
mosaicos florales o de fabulosa caligrafía en árabe que cubrían
cada centímetro cuadrado de las paredes que formaban el patio, arcos
adornados en forma de panal de abeja, puertas cinceladas con diseños
geométricos… cada detalle es una auténtica obra de arte. Después
de pasar un buen rato sentado en el primer patio me dirigí al
siguiente convencido de que probablemente aquel patio era una de las
estructuras más bellas que había visto nunca a excepción quizá
de… en ese momento crucé el dintel de la puerta que unía el patio
al siguiente y me di cuenta que éste era aún más bello que el
anterior. La sucesión de sorpresas siguió patio tras patio, salón
tras salón.
La tumba del
Imam se encuentra bajo una cúpula de oro en un edificio al que se
entra a su vez por portales dorados. El interior tiene una decoración
compuesta por millones de pequeños espejos que recubren los pasillos
y diferentes salones del edificio. Entramos en un auténtico
caleidoscopio vivo donde todas las paredes y techos palpitan en un
frenesí de colores y luces, pues aunque nos quedemos estáticos el
interior de todo el santuario está repleto de miles de peregrinos
que entran para ver la tumba del Imam o para rezar en los aledaños y
nos hacen vibrar con su millón de reflejos.
Interior del santuario |
Los patios son
lugares maravillosos para sentarse y observar la gente; la paz y
tranquilidad que se respira en una mezquita, con niños correteando
entre los arrodillados rezando, gente recostada conversando… A
pesar de la solemnidad del lugar, sigue siendo un espacio de
encuentro y distensión.
Hasta en tres
ocasiones visité el santuario, en diferentes momentos del día y
diferentes momentos de oración, y debo decir que es sin duda uno de
los lugares más bellos que he visto construidos por el hombre.
No hay comentarios:
Publicar un comentario