lunes, 27 de febrero de 2012

India, ese viejo conocido?


Debe ser imposible no tener una idea de qué es India aunque no se haya pisado nunca el subcontinente. Hay algo de místico y de temor sobre este país que a todos los viajeros deja en estado de excitación. Algo es cierto, y es que las opiniones de los viajeros suelen estar totalmente polarizadas y, por lo general, son bastante ardientes.

Por una parte tenemos los viajeros que de la India sólo te mencionan miseria y suciedad. Algunos de ellos fueron para un mes, y pasados diez días marcharon a Nepal o Maldivas porque se les hacía insoportable la estancia en un país lleno de olores y experiencias desagradables. Jamás volverán, dicen, aunque se les regale el pasaje.

Por otra, los viajeros cuya estancia en la tierra que vio nacer tantas religiones les cambió la vida para siempre, lo mencionan como una experiencia mística y volverían una y mil veces, renaciendo y rebrotando de sí mismos cada vez que vuelven.

La única cosa que pensé sería segura, es que sería una experiencia extrema; buena o mala, pero nunca tibia. Y cierto es que me equivoqué de lleno. Aparte del Taj Mahal no tenía grandes expectativas, en parte por ser el viaje con menos anticipación y preparación en el que haya embarcado nunca: me compré el vuelo una semana antes y me fui sin leerme una sola línea de la guía. Qué paradójico, tratándose de India! Quizá ya adelantaba que el viaje sería lo que quisiera ser él mismo, y no lo quisiéramos hacer nosotros de él.

Está claro que hay tantas Indias como observadores se atreven a respirar sus calles, saborear sus paisajes o recorrer sus comidas. No dejéis que os la cuenten.