lunes, 6 de enero de 2014

Desvíos en la vida

Demasiada gente vive en circunstancias tristes, y aún así no tomará la iniciativa de cambiar su situación porque están condicionados a una vida de seguridad, conformidad y conservación, todo lo cual puede parece que da una paz interior, pero en realidad nada es más dañino para el espíritu aventurero dentro del hombre que un futuro seguro. La parte más fundamental del espíritu viviente en el hombre es su pasión por la aventura. El placer de la vida viene de nuestros encuentros con nuevas experiencias, y por ello, no hay mayor gozo que tener un horizonte cambiante sin fin y tener así cada día un nuevo y diferente sol”. Jon Krakauer, Into the Wild

Esta cita es realmente un tanto pretenciosa en mi caso, dado lo pequeño de esta aventura particular. Sin embargo, en lo fundamental, no puedo estar más de acuerdo. Nos aferramos a una seguridad y certeza sobre algo que quizá ni siquiera queremos o nos interesa, por la tranquilidad que nos da tener el calendario lleno con los planes del próximo mes. 

Sin embargo, cuanta más seguridad buscamos, puede que nos sintamos más inseguros de perderla, con lo que el ciclo se perpetúa. En ese sentido, viajar parece un experimento a pequeña escala de lo que es la vida misma. Uno puede buscar la seguridad y la certeza de tener todos los pasos de viaje programados, garantizados y asegurados. Revisa horarios de trenes, guías de viaje, comentarios de viajeros para saber qué se encontrará allí donde vaya y reserva todas las necesidades (transporte, alojamiento) por adelantado. Una vez todo programado y reservado, se puede relajar y disfrutar del trayecto… ¿cierto? Más bien no. Cuanto más posees, más atado te encuentras y más puedes perder. Perder ese autobús te hará perder el barco que tienes reservado que te lleva a la isla donde tiene dos días de hotel pagados por adelantado. De repente, los planes te condicionan el día a día y te angustia perder el ritmo que te habías planteado con anterioridad. Cuando no hay hotel que te espera, el barco de la mañana deja de ser un salvavidas y cualquier otro barco te sirve (incluso cualquier otra isla), y dejas de preocuparte por ese autobús que si pierdes puedes sustituir por un tren, quizá a otro destino.  

De igual manera, una vez completado el cupo de seguridades en la vida (funcionariado, hipoteca…) me debería recostar en mi tumbona con las manos entrelazadas detrás de la cabeza, sabedor de tener gran parte del futuro asegurada, y disfrutar de mi pequeña parcela del hormiguero, donde todos parecen tan contentos, atareados en ganar y gastar dinero. Sin embargo, el piso se convierte en una atadura y el trabajo de funcionario te impide explorar ciertos caminos que te gustaría recorrer. Imagino que lo importante es aprender combinar una cierta orientación de hacia donde se quiere ir con la flexibilidad de poder salir de la carretera cuando se desee. Los desvíos del camino, a veces son mucho más interesantes que la vía principal. 

Tomamos esta pequeña senda que nos lleva de Barcelona a Asia de forma un tanto precipitada, pero con mucha ilusión, guiados (quizá) por algún poema de Walt Whitman. 

La única responsabilidad que tenemos en la vida, es hacer de ella algo realmente maravilloso