Singapur

Viajar en avión resulta demasiado rápido. Te levantas de la cama y la próxima vez que estás entre sábanas es en Bali! Me avergüenza pensar que alguien pudiera llamar a eso "viajar"... si lo oyera Marco Polo! No hay tiempo de prepararse mentalmente para el cambio como en los viajes por tren o barco, donde te vas haciendo a la idea de que te marchas mientras dura el trayecto.
Aun así este viaje ha tenido escalas que, en cierta manera, sí han permitido que el cambio haya sido un poco más gradual. Salí el Jueves a eso de las cuatro y llegué el Viernes a medianoche, lo que ha sido todo un reto para compaginar horas de sueño y comida (que es básicamente lo que se hace en un avión). Singapur fue el primer cambio importante. Pasamos del frío Julio londinense al calor húmedo del mar de la China en el poquito tiempo que nos dio el finger del avión. Aunque sólo estuve en el aeropuerto, recuerdo de las veces pasadas que toda Singapur es como un gran aeropuerto: limpia, ordenada, llena de franquicias, super tecnológica... Hoy en dia la mitad de la gente de un aeropuerto tiene los ojos en una pantalla, telefono, ipad, consola o portátil, y en Singapur se puede apreciar aun más.
Además de Internet gratuito, el aeropuerto tiene duchas y sillones que masajean las piernas. En uno de estos sillones gratuitos conocí a un hindú de Kuala Lumpur quien me dio sus datos, así que ya tengo un amigo allí, seguramente en algún momento del viaje vaya a KL así que me siento muy afortunado de haberlo conocido.
Hay muchísimas cosas de contar de Bali: la isla, su cultura, la comida, el centro de buceo... Y cada una de ellas probablemente merezca una entrada separada, así que intentaré explicarlas poco a poco (pero antes de que se me olviden!)
Volveré a escribir pronto.